Últimamente tengo la sensación de que estoy parada en un pasillo de un supermercado, simplemente viendo la mercancía.

Me siento desbordada porque hay muchas cosas que comprar y ver, y hay poco tiempo y dinero.

Si soy más específica, estoy parada frente al refrigerador de las gelatinas.

Siendo más específica y un poco odiosa por mi obsesión de acomodar sucesos de mi vida pasada en mi vida presente, estoy parada frente al refrigerador de las gelatinas de la tienda de la UAM de Coapa en 1996.

Me siento desbordada porque quiero probar todas las gelatinas. Pero no me las van a comprar.

Hay unas en específico. Vienen en un traste grande y constan de 3 capas de distintos sabores. A las verdes con blanco y amarillo no puedo dejar de verlas. Pero un poco más allá hay unos recipientes de plástico color café y amarillo, que supongo son natillas, que también me están gritando para que los voltee a ver.

Me empiezo a poner ansiosa.

De pronto ya no hay nadie. Se cansaron de esperar a que decidiera cuál gelatina tomar. Y se fueron, como táctica para espantarme y así tomar la primer cosa que tuviera enfrente (o que pudiera alcanzar) y empezar a correr buscándolos.

La situación me sobrepasa. Ya no hay nadie esperándome a que tome una gelatina, ya no hay nadie a mi alrededor. Estoy sola. Sola con las gelatinas.

Suena una melodía repetitiva en el ambiente. Siento que ya la escuché pero no se dónde o cuándo.  La estructura del supermercado hace que no sepa de dónde venga. Se que proviene de unas bocinas pero no las alcanzo a ver. La melodía solo está ahí flotando y me está recordando que el tiempo sigue pasando, aunque sea repetitiva y al mismo tiempo pareciera que no ha avanzado del todo.

Entonces, estoy parada frente a las gelatinas escuchando una melodía atemporal y repetitiva en la tienda de la UAM en 1996. El problema es que estoy en 1996 pero no tengo 7 años, tengo 27, y me sigue aterrando el hecho de que ya me dejaron porque no me apuré a elegir una gelatina.

Y además, ¿a dónde se fue toda la gente que se supone debería estar en el supermercado comprando sus productos favoritos?

¿Por qué estoy sola?

¿Y por qué no me puedo decidir por una gelatina?

¿Por qué no agarro la verde con blanco y amarillo y me doy la vuelta y me largo de ahí? O las natillas. O todas las gelatinas y natillas que quepan en mis manos. No hay nadie, podría tomar todo lo que quisiera e irme y no habría nadie que me lo impidiera.

Pero no puedo.

La melodía atemporal y omnipresente sigue sonando.

¿Por qué estoy en 1996 en la tienda de la UAM de Coapa y no en 2016 en la Comercial de la Selva de Cuernavaca?

Me empiezo a preguntar si la tienda presiente siquiera que en 6 años más la van a cerrar. Pero qué tonta, nadie sabe qué va a pasar en 6 años. ¿Las gelatinas estarán conscientes de que si alguien no las compra se van a pudrir en el refrigerador del supermercado? ¿Las gelatinas se pudren?

Me sigo preguntando, por qué de todos los años que he vivido, estoy ahora mismo en 1996 en la tienda de la UAM. Y sin gelatina y sin natilla. Y sin nadie a mi alrededor.

Volteo y todo está como en pausa. Excepto la melodía que sigue sonando. Me enfoco en lo que está frente a mi y todo vuelve a empezar:

Estoy parada frente a las gelatinas escuchando una melodía atemporal en la tienda de la UAM en 1996…